lunes, 4 de julio de 2011

La mirada de mujer - Marc Levy

 
¿De qué va la cosa? 

En su adolescencia lo fueron todo el uno para el otro. Con el optimismo de su juventud, Philip y Susan prometieron amarse siempre, aunque el destino los separara. Y finalmente la vida los llevó por diferentes caminos. Ella tenía muy claro que su lugar estaba entre los menos afortunados y partió a Honduras como voluntaria. Él decidió quedarse en su ciudad natal, Nueva York, y con el tiempo se convirtió en un publicista de prestigio. Los años pasaron pero ese primer amor siguió latente: a pesar de la disparidad de sus vidas, ambos mantuvieron vivo el contacto a través de numerosas cartas y de encuentros esporádicos. Todo parecía indicar que así seguiría su relación, pero un día el destino volvió a unirlos. Philip había prometido a Susan que pasara lo que pasara siempre podría contar con él. Había llegado el momento de cumplir su promesa.

Bueno, ya sé que he proclamado a los cuatro vientos lo mucho que me encanta cómo escribe este hombre y lo mantengo.  Podría salirme por la tangente, decir que este libro va de las complejidades de las relaciones humanas (cosa, por otra parte, que bien podría ser cierta), de cómo la vida nos pone a prueba durante años hasta conseguir lo que realmente queremos o cómo nos hace darnos cuenta que lo que realmente queremos no es lo que necesitamos.... No lo diré. Levy es un gran escritor, crea unos personajes únicos, que llegan....
Pero este libro es la excepción que confirma la regla. Para empezar, no hay más que lo que veis ahí. Susan, Philip, unas cartas que no lo son, unos encuentros en la mesa de la cafetería del aeropuerto y un historia sin historia.
Phillip es un hombre aferrado a sus sentimientos por Susan, tanto que casi deja pasar la oportunidad de su vida. Susan es un personaje que no entiendo. No lo entiendo en absoluto. Sus idas y venidas, su indecisión, su actitud... No entiendo, y esto es lo más inexplicable, sobre todo a los personajes femeninos. Inexplicable por la traducción que le dieron al titulo y, que me hace pensar que el padre del invento no se leyó la novela.
Incluso esa sorpresa que se supone que lo cambiaría todo, necesita de un recurso tan manido, tan agotado para alcanzar el desenlace con final feliz.
Me ha parecido un libro triste, triste de leer, triste para identificarse con él. Me produjo una inmensa tristeza, a pesar de que el final termina más o menos bien, aunque un poco apresurado para mi gusto. Todo muy a ultima hora.
Lo siento, señor Levy. Primer pinchazo. Nadie es infalible. Aún le queda tres o cuatro para redimirse jajaja.

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